Características de la Crisis de 1929

La crisis bursátil: en 1928 hubo situaciones de contracción en la demanda de la construcción y automóviles. Durante 1929, algunos productos estratégicos, como el acero y el carbón, habían entrado en una tendencia a la baja en su cotización internacional.
Como las acciones de la Bolsa se cotizan a un valor que es determinado por la oferta y demanda, como cualquier otra mercancía en la economía, está sujeta al volumen de demanda y al de la oferta.
El 24 de octubre de 1929 (el "jueves negro"), la demanda de acciones se detuvo, en circunstancias que había una oferta amplísima, lo que provocó una caída inmediata y abrupta del precio de las acciones (a esto se le llamó "crisis defalcionaria")
Portada del London Herald, cuyo título dice: "Accidente en Wall Street!". El subtítulo dice "Jueves negro en América" y más abajo, una crónica que dice "¿Qué pasó?" 
La situación continuó en los siguientes días, lo que provocó pánico en todos los inversionistas. La oferta se amplió, para evitar mayores pérdidas, lo que provocó que los precios siguieran cayendo durante varios meses. Entre 1929 y 1932, el monto total de capital negociado en la Bolsa de Valores de Nueva York disminuyó en 74 mil millones de dólares.
La crisis económica: la bancarrota bursátil provocó la crisis bancaria, originada en el retiro masivo de depósitos de los ahorrantes. La falta de dinero obligó a cerrar a los bancos.
Se corre la voz de la crisis, la gente retira su dinero en los bancos.
La crisis bancaria repercutió inmediatamente en el comercio y la industria. La quiebra de industrias se multiplicó, generando grandes masas de cesantes, que contrajeron aún más el consumo.
Al crecer la cesantía y colapsar el consumo interno en Estados Unidos, el principal consumidor del mundo, la crisis se internacionalizó a todo el capitalismo occidental (Europa y América Latina).
Primeras medidas políticas ante la Crisis: En EE.UU., el gobierno de Hoover se mostró incapaz de resolver los efectos devastadores de la crisis. fiel a la política tradicional del liberalismo, el gobierno norteamericano confió en la autorregulación e independencia del mercado. Por ello, sus medidas contribuyeron a que la crisis se agudizara.

 

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