Efectos ideológicos de la crisis de 1929

La crisis económica provocó que las soluciones radicales (en materia política y económica) se vieran como las más viables para solucionar la crisis.
Por ello, adquirieron popularidad las ideas comunistas y fascistas, que se basaban en la socialización y el corporativismo de la producción, respectivamente, y en un fortalecimiento económico del Estado.
Dentro del capitalismo, también surgieron voces disidentes. El economista inglés John Maynard Keynes planteó en 1931 que la mejor forma de salir de la crisis era que el Estado asumiera como suya la responsabilidad de incentivar la demanda, mediante el mejoramiento del salario y de las condiciones laborales, y  había propuesto que el Estado asumiera el rol de regulador de la oferta.
De este modo, sin eliminar la idea de mercado, Keynes propuso un mayor protagonismo del Estado en la economía, en un modelo teórico que se ha conocido como "Economía Mixta". Usando argumentos económicos, Keynes dijo que el Estado debía tener empresas productivas en sectores estratégicos e instituciones sociales (salud, educación y otros con rentabilidad social) para favorecer a los trabajadores, que serían una parte importante del consumo interno.


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